
Como docentes y acompañantes pedagógicas del nivel inicial somos testigos de los progresos, en términos de desarrollo de lenguaje, que se viven en los primeros cinco años de vida. Sabemos que existe una estrecha relación entre el desarrollo del lenguaje y el desarrollo tanto social como cognitivo de los niños y niñas. Por esta razón, le prestamos especial atención a este tema.
Con frecuencia, nos preguntamos qué podemos hacer desde el aula para generar diálogos entre los niños y niñas, e impulsar sus habilidades de comunicación. Muchas de nosotras esperamos, entre otras cosas, que los niños y niñas sean capaces de expresar sus ideas, narrar anécdotas de su vida personal, describir situaciones, escuchar lo que los compañeros dicen y, argumentar sus puntos de vista frente a una situación. Si tenemos esas expectativas, vale la pena preguntarnos qué oportunidades generamos en la vida cotidiana del aula para que todas estas habilidades, que tienen los niños y niñas, se pongan en práctica y se ejerciten en la escuela.
A continuación, te compartimos algunas estrategias prácticas que en Transforma nos han sido útiles:
- Escuchar a los niños y niñas mientras juegan y conversan en los sectores, en el patio o la hora de alimentación y, tomar nota de sus palabras. Tomar nota nos ayuda a estar atentas a sus comentarios para luego poder intervenir en estas conversaciones sin cambiar la idea o interés principal que ellos tienen.
- Participar de las conversaciones o juegos iniciados por los niños y niñas una vez que hayamos entendido de qué trata el juego o la conversación.
- Promover el trabajo en grupo pequeño, ya que permite que todos los niños y niñas participen del diálogo.
- Acompañar en los grupos pequeños de trabajo o juego, sentadas a la altura de los niños y niñas, durante por lo menos 10 minutos para lograr tener tiempo de comprender los intereses de los niños y niñas, y participar de su conversación o juego. Para mantener la visión del resto de la clase mientras trabajamos con un grupo, nos ubicamos en un lugar que permita ver cómo los demás trabajan/juegan autónomamente.
- Leer un texto en voz alta diariamente. Esta lectura puede ser a todo el grupo reunido, o en pequeños grupos en el momento del juego, el refrigerio o durante una transición. Durante la lectura, podemos hacer pequeñas pausas para dialogar con los niños y niñas sobre el cuento.
- Incluir en la biblioteca una cantidad suficiente de por lo menos 20 libros de temáticas variadas. La variedad puede incluir cuentos de ficción, enciclopedias, biografías, libros de naturaleza, recetarios, libros de manualidades, libros de adivinanzas y trabalenguas.
- Intentar priorizar en nuestras conversaciones con los niños y niñas las siguientes intervenciones:
- Hacer preguntas que puedan ser respondidas con más de una palabra.
Ejemplos:
a. ¿Cómo has construido esta torre?
b. ¿Qué va a pasar si le ponemos mucha agua a la arcilla?
- Describir lo que los niños están haciendo o lo que nosotros estamos haciendo.
Ejemplos:
a. Veo que han preparado la mesa como si estuvieran esperando a tres personas, hay tres vasos, tres platos y tres cubiertos, uno para cada uno.
b. Voy a escribir en la pizarra qué día es hoy. - Promover conversaciones entre los niños conectando a unos con los comentarios de otros.
Ejemplos:
a. Eva, te gustaría contar a tus compañeros eso que me has dicho que hiciste ayer en la tarde.
b. ¿Alguien tiene alguna pregunta/idea/sugerencia para Eva? - Poner en palabras las ideas que los niños expresan con señales o incorporar palabras nuevas al vocabulario de los niños cada vez que tengamos una oportunidad.
Ejemplos:
a. Niño: Le puse a la masa un poco de eso que tlin tlin.
Docente: ¡Ah! ¿Quieres decir que le pusiste escarcha?
b. Niña: ¿Le puedes sacar esto a la mandarina?
Docente: ¿Qué te parece si te ayudo a sacar algunas de las hebras de la mandarina, pero dejamos las más finas porque también son saludables?